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Opinión

04/12/2005


Pero... ¿existe la dialogofobia?

Diario de Noticias


¿Existe la dialogofobia de verdad? ¿Se trata de una nueva enfermedad? Son preguntas que algunos amigos, lectores de DIARIO DE NOTICIAS, me han hecho a raíz de la presentación que el pasado día 1 de diciembre hice en relación con la jornada que desde Euskara Kultur Elkargoa organizamos para conocer de cerca, de primera mano, las experiencias de las máximas autoridades en Política Lingüística de las distintas comunidades autónomas del Estado que cuenta con lengua co-oficial. Con ese motivo invitamos a las respectivas autoridades de Galicia, Cataluña, Comunidad Autónoma del País Vasco, País Valenciano, Islas Baleares y, ¡cómo no!, por supuesto, Navarra. La respuesta de las tres primeras fue muy rápida. Estaban encantados de venir a Navarra, presentar sus experiencias, compartir sus ilusiones y objetivos de trabajo, conocerse mutuamente, dialogar y profundizar en la normalización de sus respectivas lenguas. Más difícil fue el contacto con las autoridades de Valencia, Baleares y Navarra. Sus respuestas tardaron en llegar. Y cuando llegaron, por cierto, todas el mismo día, 9 de noviembre, fueron negativas. Incluida la del señor Pegenaute, director general de Universidades y Política Lingüística de nuestra Comunidad, donde se iba a celebrar la jornada.

Las razones que este último aducía para no asistir eran que tenía "concertado desde hacía muchísimo tiempo y de antemano otros compromisos de trabajo". Y, si él lo dice, tengo que creerle. Aunque el cuerpo y la experiencia me piden que no lo haga. Porque a esta negativa se añade otro dato, insignificante seguramente, pero que no puedo dejar de mencionar. Pensamos que el salón de actos del Museo de Navarra era un lugar muy adecuado para la jornada, y por ello contactamos con el director del Museo quien el día 11 de noviembre nos remitió un escrito aceptando nuestra solicitud. Tras saber este dato hicimos la publicidad de la jornada. Pero he aquí que el día 23 de noviembre -sólo una semana antes del día de celebración de la jornada, y a los dos días de comenzar a anunciar la jornada y el lugar en que pretendíamos realizarla- esta misma persona nos remite otro escrito, muy somero, en el que nos cuenta que por motivos técnicos, dicho salón no va a poder ser utilizado... No parece de recibo que la Administración deje tirados a unos ciudadanos y, por ese motivo, yo personalmente me pongo en contacto con el consejero de Cultura señor Corpas, quien me dice que va a intentar averiguar la posibilidad de utilizar el salón de actos del Archivo General de Navarra. Tras varias gestiones telefónicas, esta posibilidad también resulta impracticable por lo que hemos organizado la jornada en un salón privado. Si usted, lector, ve una mano negra detrás de todo esto... es que piensa bien. Yo también la veo.

Apenados por la ausencia de nuestro director general de Política Lingüística dimos comienzo a la jornada. En un descanso de la misma se realizó una rueda de prensa, porque no todos los días se juntan en Pamplona, capital de una comunidad autónoma con dos idiomas propios, el castellano y el euskara, dos secretarios y un vice-consejero de Política Lingüística. Hubo ausencias significativas entre los medios. Por ejemplo, la del Diario de Cordobilla, que no suele perder ocasión de hacer de altavoz de quienes acusan a los defensores del euskara de nacionalistas miopes y ombliguistas. Parece claro que a ese diario -y a otros medios informativos - sólo les interesa la Navarra castellana (que ellos creen que es toda la Navarra o que ellos desearían que fuera toda la Navarra) pero la Navarra real, la de los ciudadanos que hablando sólo castellano o que conociendo ambos idiomas propios de Navarra, desean que el euskara también sobreviva en cuanto bien común de todos los navarros, de los que lo hablan y de los que no lo hacen, ésa no, ésa no la quieren.

Los motivos también pueden ser otros. El Informe del Consejo de Ministros del Consejo de Europa ha sido durísimo para con la política desarrollada en Navarra respecto del euskara. Y éste el motivo fundamental, creo yo, para que el señor Pegenaute tuviera su agenda tan comprometida para el día 1: La necesidad de ocultar su gestión dirigida a torpedear la promoción del euskara, y la de ocultarse él mismo, por tanto. ¿Se imaginan ustedes qué hubiera pasado si su labor política hubiera sido aplaudida por dicho organismo europeo? El señor Pegenaute hubiera acudido en olor de multitudes. Y nosotros, EKE, le hubiéramos aplaudido y apoyado. Y ese diario y esos otros medios habrían estado presentes y habría publicado información exhaustiva de la jornada. Pero, claro, es tanto lo que hay que ocultar. Es tanto lo que no hay que ni siquiera mencionar...

Yo estoy profundamente convencido de que las comunidades y las relaciones sociales son proyectos colectivos. Y que éstos funcionan mucho mejor si se sostiene en normas y valores que las personas mantienen de forma mancomunada. Pero para eso se necesitan respeto mutuo y diálogo. Y, sinceramente, no creo que sea muy respetuoso no acudir a un acto, no de ensalzamiento de unas ideologías concretas ni de crítica de otras sino de análisis pausado, puesta en común tranquila y reflexión sosegada de la situación de cada una de las lenguas y de los proyectos, ilusiones, deseos, temores y dificultades encontrados en el proceso de su normalización, por parte de las máximas autoridades en sus respectivas autonomías. Y por eso mencioné también la dialogofobia. Yo la defino como el miedo al diálogo. Quienes la padecen no le tienen miedo a su propio monólogo, a sus propias palabras. No, esa parte del diálogo sí la aceptan. A lo que tienen terror es a las palabras del otro, a las palabras y a las ideas de los demás, personas libres, deseosas de expresarlas y de compartirlas, para sobre ellas intentar levantar el edificio de un mayor entendimiento y respeto. Y por eso, los dialogófobos no suelen poder asistir a las reuniones donde se delibera de forma tranquila y respetuosa. Suelen preferir mantenerse en su aislamiento autocomplaciente y engañoso más que poner sus ideas y sus actos en riesgo de deliberación y crítica... Y cuando menciono esta cuestión, evidentemente, hablo de quien hablo.

No sé si es una enfermedad, ni me importa. Nueva no es, desde luego. Pero me recuerda a otra enfermedad que luego resultó no ser tal: la drapetomanía. Era ésta la enfermedad que, según los médicos de los americanos blancos, sufrían los esclavos negros que una y otra vez se veían impelidos -por la propia enfermedad- a escapar de sus amos. Bastantes médicos blancos creyeron que sí era una enfermedad e incluso la trataban. Con latigazos: era la mejor manera de que la enfermedad abandonara el cuerpo de los esclavos. Tras muchos años y mayores sufrimientos, la esclavitud fue abolida y la supuesta enfermedad desapareció, aunque sus huellas perduraron en el tiempo. Yo sé, estoy convencido, que la dialogofobia desaparecerá, tras muchos años y mayores sufrimientos. Y que algún día, que espero sea cuanto antes, la dialogofobia desaparecerá porque quienes la sufren se darán cuenta que hablar (en castellano, en euskara y/o en ambos idiomas) es bueno porque refuerza los lazos sociales y la pervivencia de las comunidades de ciudadanos libres. Y entonces sí, quien entonces sea director de Política Lingüística de nuestra comunidad recibirá, haya acuerdos y/o desacuerdos, el aplauso de la Comunidad Europea, el de Euskara Kultur Elkargoa y el mío propio.

AUTOR


koldo Martinez Urionabarrenetxea

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