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Opinión
07/03/2006
¿Estella-Lizarra?
Noticias de Gipuzkoa
He podido leer recientemente en la prensa la noticia de que el Gobierno de Navarra ha denegado el cambio de la denominación oficial de la ciudad de Estella propuesto por su Ayuntamiento. Éste remitió en enero un expediente en el que solicitaba que la denominación oficial fuera una única, Estella-Lizarra, en lugar de la que actualmente tiene , la doble de Estella y Lizarra, Es decir, si se hubiera aprobado lo solicitado por el Ayuntamiento estellés en todos los documentos oficiales, fueran del mismo Ayuntamiento, del Gobierno de Navarra o de quien fueran debería aparecer siempre el término Lizarra (junto con Estella, obviamente) recordando y denotando el origen euskaldun de este enclave.
En la situación denominativa actual en los documentos redactados en castellano uno puede omitir el término euskerico de manera que sutilmente y a lo largo del tiempo algunos pueden esperar que ocurra algo que nunca ocurrirá, esto es, que los estelleses olviden sus verdaderas raíces.
Raíces que como dice una copla compuesta en su día, creo recordar, por Víctor Manuel Arbeloa y que no sé si hoy suscribiría: "Si alguien duda que Navarra es parte de Euskal Herria, que lo pregunte a sus nombres, su historia y su geografía" quedan claramente expresadas. Esta negativa proveniente de un Gobierno de una sensibilidad y conocimientos idiomáticos tal que, según me comentaron, hizo pronunciar a su máximo representante en un discurso leído como sain dei, pensado que era inglés, la conocida (a lo que parece no por todos) expresión latina de sine die. Y qué decir si el idioma en juego no es el inglés sino la denominada lingua navarrorum, aquí ya la sensibilidad y el conocimiento llega a límites insospechados.
De todos modos, el tratamiento que ha tenido el euskera por parte de las diferentes administraciones hasta prácticamente hoy en día, y todavía hoy según dónde, ha sido algo que todos conocemos.
Así, en territorios absolutamente vascoparlantes, dado que el idioma oficial o de los documentos era (y es) el romance (o en su caso el latín) cuántas y cuántas aberraciones lingüísticas no se han cometido.
Tengamos en cuenta que si alguien de fuera, sin conocer los avatares de nuestro idioma ni su situación, acudiera para estudiar algún tema a los papeles oficiales, testamentos u otros de un pueblo lingüísticamente netamente euskaldun, como ejemplo Goizueta, concluiría sin más que el idioma de dicho enclave era de siempre y es el castellano, cuando la realidad ha sido y es muy otra.
Esta disfunción entre el idioma hablado por el pueblo y el que el escribano no euskaldun consignaba en los documentos oficiales tuvo como primer resultado la corrupción de múltiples apellidos. Así, por ejemplo, cuando alguien conocido como Zabala (el Ancho) fue inscrito, en algunos sititos el escribanos de mentalidad no euskaldun no comprendiendo que un nombre acabado en a pudiera corresponder a un varón, por su cuenta y riesgo lo inscribió como Zabalo y lo mismo pasó con Ezkerra (el Zurdo) donde Ezkerro o con Zuria (el Blanco) para dar Zurio (actualmente Surio y Jurio) y tantos otros casos.
Otra consecuencia de esta lamentable situación la tenemos en la toponimia. Así, por poner un conocido ejemplo, la conocida de bihaizpe, esto es, bajo las dos peñas confundiéndolo con bi ahizpe, dos hermanas y tantas y tantas otras lamentables traducciones o adaptaciones, si se puede llamar así, que dan lugar a que se consagren nombres totalmente erróneos.
En este sentido, uno de los ejemplos más paradigmáticos lo tenemos en el conocido pueblo navarro de Muruarte de Reta, cuyo nombre original no es otro sino el de Muru-Artederreta, esto es compuesto por dos topónimos euskerikos, el segundo de los cuales nos habla de un paraje de hermosas encinas.
Pero, al escriba no euskaldun pareciéndole el nombre como demasiado largo, puesto a seleccionarlo, sonándole algo que él creía terminaba en arte (como Ezkabarte o Lasarte, pro ejemplo) y viendo en lo de de una preposición castellana no tuvo inconveniente en dar a luz semejante aberración.
Pero vayamos con todo ello a Estella. Es claro que este enclave está situado en un lugar donde los fresnos (lizarra) campaban por sus respetos. Pensemos en su cercana toponimia: Lizarrusti, Lizarraga y otros que nos están señalando lo aquí indicado. Es conocido que desde antiguo exista un enclave, Lizarra, el cual quedó posteriormente enclavado dentro del barrio de San Juan, cuando en 1090 el rey de Navarra decide fundar lo que hoy es Estella. Para ello le concede fuero, dándole como nombre el latino de Stella (Estrella), como lo denota también en su escudo.
Es más que probable que para denominar a la ciudad del Ega se interesara el monarca por la denominación del enclave que previamente existía y preguntara por su significado latino, y aquí volvemos a tener el sasiletrado escribano de turno que donde era lizarra entiende izarra y preguntado por su significado latino le dicen que es stella. ya tenemos, pues, otra perla que vía los papeles consagrará para siempre una denominación equivocada de origen.
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