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06/05/2006
Gobierno de Navarra, la política industrial de escaparate
Diario de Noticias
El anuncio del traslado de parte de la producción de Volkswagen Navarra a países del este de Europa no debería haber pillado por sorpresa a casi nadie. Era algo que se veía venir. A nada que se analice la política industrial del Gobierno de Navarra durante los últimos años, se comprueba. Pero esa falta de previsión y planificación, achacable sólo al Ejecutivo Foral, deja sin embargo a toda Navarra sumida en una situación de crisis, una crisis grave a la que debemos hacer frente entre todos.
¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Qué no hemos sabido hacer? Si nos comparamos con la Comunidad Autónoma Vasca y con Cataluña, dos de las comunidades industrialmente más fuertes del Estado, resulta sintomático que de las diez mayores empresas que existen en Navarra, sólo 3 tengan su centro de decisión aquí, mientras que la cifra, tanto en la CAV como en Cataluña, asciende a 7. Del mismo modo, de las diez mayores empresas que existen en Navarra, cinco pertenecen a un mismo sector (automoción), mientras que en la CAV sólo son 3 y en Cataluña 2.
Estos datos -publicados hace año y medio por el experto en automoción Javier D. Aizpurua- nos dan idea de cómo se ha planificado y cómo no se ha diversificado la política industrial en Navarra: excesiva dependencia de las inversiones extranjeras, incapacidad de tejer una red empresarial propia, bajo esfuerzo inversor en I+D+I, ausencia de grandes empresas con centros de decisión local en Navarra -sin olvidar que una de las más rentables, EHN, fue vendida por gentileza del Gobierno de Navarra a un grupo foráneo-, unido todo ello a una política de incentivos, ayudas públicas y hasta medallas para que las multinacionales se queden en la Comunidad Foral. Eso sí, sin un criterio claro en el momento en que llega la deslocalización: ¿Por qué no blindar las ayudas? ¿Por qué no ejercitar opciones como la reversión del suelo cuando la empresa decide marcharse?
Es la consecuencia de la política industrial de escaparate llevada a cabo por el Gobierno de Navarra, que ha ofrecido subvenciones y suelo a bajo precio, pero no ha acompañado esa política con una estrategia industrial de incremento del valor añadido y mayor contenido tecnológico. La competitividad, en la Europa de los 25, no puede basarse hoy en los costes laborales sino en la aportación de otros valores como la innovación y el desarrollo tecnológico. ¿Por qué Navarra, que desde 1970 tiene una fábrica de automóviles, no ha creado aún un Centro Tecnológico de automoción referente no sólo para comunidades de nuestro entorno sino para toda Europa? ¿Por qué entre 1996-2000 Navarra fue la única comunidad, junto con Extremadura, que registró pérdidas netas de empresas? ¿Por qué en el período 1998-2003 Navarra se encontraba en el último lugar del Estado en creación de nuevas empresas? ¿Por qué la mayoría de las empresas creadas en este último año corresponde al sector servicios?
He apuntado algunas de las cosas que no hemos hecho durante todos estos años, pero ¿qué podemos hacer?, ¿qué deberíamos hacer? En nuestra opinión, recuperar el empresariado endógeno -al que se ha dejado morir en la última década-, apostar por él, generar confianza, impulsar su crecimiento, ofrecerle formación y ayudas financieras en materia tecnológica; crear, en definitiva, una red empresarial propia que, a la larga, cuando se producen deslocalizaciones, es la que mantiene el colchón del empleo asegurado. Se trata de responsabilizarse por la economía de la Comunidad, por la conservación y desarrollo del empleo, por el fomento de la inversión tecnológica y por el bienestar de la sociedad.
En situaciones de crisis el Gobierno foral no puede permanecer impasible. Es momento de aunar esfuerzos entre administraciones -tómese como referencia lo ocurrido en Elda (Alicante) con el sector del calzado o la intervención del Gobierno vasco en la crisis de la empresa Mercedes-; Gobierno central y Gobierno foral, partidos políticos, sindicatos y trabajadores debemos trabajar conjuntamente para tratar de solucionar el problema. Sin embargo, nos encontramos con un Ejecutivo que no interviene, dice que la crisis no va con él y entra en cólera cuando desde el Ministerio de Industria se le ofrece ayuda.
El caso de VW Navarra es lo suficientemente significativo como para que todos estemos alerta y actuemos. No caben excusas. El Gobierno de Navarra se ha inhibido, su capacidad de diálogo con la empresa y los sindicatos ha sido nula, no ha sabido negociar ni reaccionar, no tiene alternativas ni proyectos para consolidar la actividad del sector. A la vista de las ayudas que durante estos años ha dado a Volkswagen, ¿no tiene siquiera capacidad para luchar por la permanencia de la empresa? Debería hacerlo, y debería plantear además la producción en Landaben de un modelo tecnológicamente mas avanzado que el Polo, un modelo de mayor valor añadido con el que Navarra sí pueda ofrecer una situación de competitividad.
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