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Opinión
14/12/2006
De Navarra, con Navarra y para Navarra
Diario de Noticias
Vaya la que ha organizado el PP, sus corifeos y su sucursal foral (UPN) a costa de Navarra. Es propio de talantes autoritarios referirse a los ciudadanos (al pueblo o, mejor aún, a entes mucho más abstractos como Navarra o España ) pero suplantando su voluntad o negándoles capacidad decisoria en tanto que sujetos políticos. Esas abstracciones son cómodas porque permiten englobar la sociedad entera y decidir por ella sin preocuparse de su voluntad real.
Es lo que está ocurriendo con Navarra. Al ZAR (esa entelequia, una y trina, que rige el PP) no se les cae de la boca el vocablo y parecen masticarlo con la voracidad del que se encuentra ayuno tras mucha abstinencia, sin contemplaciones ni miramientos con la cortesía o los modales. Se habla y no se para de cesiones, concesiones, ventas y monedas de cambio; se apela histriónicamente al pueblo encubriendo a duras penas la pretensión de reducir sus derechos y su capacidad de decidir.
En el centro del trajín, vertebrando el desaguisado y vociferando como nadie, UPN. Repiten los mismos mensajes cada día, allí donde encuentran alguien propicio a escuchar o contra quien arremeter. Por supuesto, donde más se habla del tema es en Madrid y en los medios que sostienen y guían el pensamiento, la doctrina y la acción del PP. Se llega a emplear jerga de reconquista, casi como si de una operación militar se tratara.
Precisamente esa forma de hablar deja bien a las claras el sitio de cada uno. UPN se ha arrogado con mucho desparpajo el papel de intérprete, depositario y defensor de las esencias de Navarra, de su identidad y de su autonomía. Pero la palabrería se compadece mal con el hecho evidente de la asunción como propio, porque lo comparten hasta la última coma, del discurso nacionalista del PP. Discurso que ha llegado a tal extremo de radicalización que resulta incompatible con cualquier pretensión no ya autonomista sino meramente descentralizadora.
Baste recordar como ejemplo el manifiesto del Foro Ermua en defensa de la unidad de España, en que se pedía la eliminación de las asimetrías competenciales y de los privilegios fiscales y financieros . En panfletos, blogs y páginas de Internet de organizacione s -la mayoría de las veces fantasmales- integrantes de esa extraña amalgama que sustenta al PP se insiste en valorar el régimen foral como privilegio y asociar incluso su mantenimiento al chantaje del terrorismo.
El propio Rajoy ha hecho -y reiterado- declaraciones sobre los privilegios fiscales que, dice, suponen los regímenes forales y que generan dudas solventes sobre sus intenciones. Así, en el debate sobre el plan Ibarretxe dijo: "Ya no vivimos en el siglo XVIII. Todo el mundo tiene derecho a cultivar conceptos antiguos, pero no se puede pretender que una democracia moderna los comparta. (...) Con la democracia contemporánea nació el ciudadano, el individuo como sujeto de derechos y deberes. Nació la igualdad. Y el viento de la historia se llevó todos los vestigios del Antiguo Régimen; es decir, los presuntos derechos de pueblos, clanes, tribus o parroquias". Loable la inusual reivindicación de la Ilustración, aunque sea sui géneris y arroje serias dudas sobre el concepto que pueda tener Rajoy del propio "pueblo" español, que se queda sin sustancia al negarse sus presuntos derechos .
El muestrario no se acaba aquí. ¿Recuerdan la frase que proponía el PP para su ridícula y antijurídica propuesta de referéndum sobre el proyecto de estatuto catalán? Era algo así: "¿Considera conveniente que España siga siendo una única Nación en la que todos sus ciudadanos sean iguales en derechos, obligaciones, así como en el acceso a las prestaciones públicas independientemente del lugar donde vivan?". Muy ilustrativo y con consecuencias devastadoras no sólo para el Estado autonómico, sino para el régimen foral.
Esta pregunta nos lleva al meollo de la cuestión, cual es la concepción que tanto el PP como sus corresponsales navarros tienen del régimen foral, que parecen concebir como una antigualla histórica, un atavismo sin contenido que se conserva como un vestigio folclórico, igual que se hace con las cadenas o las mazas. Pruebas hay muchas. Por ejemplo, los reiterados recursos del Gobierno de Aznar contra normas que significaran la menor diferenciación fiscal. O la negativa a admitir transferencias en materia de tráfico. Por no hablar de las sentencias sobre función pública y capacidad fiscal, que dejan la autonomía de Navarra en nada. Y Sanz, impasible el ademán: ¿qué entenderá el lehendakari por contrafuero? Además, está el hecho incuestionable de que todos (y no caben matices: todos) los avances en el autogobierno de Navarra desde 1978 han sido consecuencia inmediata de logros obtenidos por los negociadores de la Comunidad Autónoma Vasca. El último episodio aún se está representando: la financiación del tren de alta velocidad.
UPN, los hechos lo demuestran, asume ese discurso. Para el navarrismo militante el fuero no es más que un cascarón, una envoltura para justificar un boato arcaizante y pueblerino, darse aires, manejar un presupuesto bien nutrido y mantener sujetos a los naturales del país (Dios, que buen vassalo si oviesse buen señor! ). También sirve para perpetuarse en el poder, mediante el chantaje y la mentira para ocultar que en realidad el fuero o el autogobierno le importan bien poco. Por lo visto, ni siquiera es motivo para avivar el paso y acudir a defenderlo .
El empecinamiento de la extrema derecha con Navarra, además de irrespetuoso, parece estar destinado, como diría Orwell, a imposibilitar toda discusión: "Como si en un campeonato de ajedrez, uno de los competidores comenzara de pronto a gritar que su contrincante es culpable de un incendio o de bigamia. La cuestión que realmente importa no se aborda nunca". Hoy la mayor amenaza para Navarra, su identidad, su autogobierno y la voluntad de los navarros es, sin duda, UPN.
* Juan Carlos Longás García, profesor de economía de la Universidad Pública de Navarra.
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