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Opinión

22/09/2007


NaBai y la añoranza de Felipe González

Diario de Noticias


No hay nada que perjudique más a NaBai, política y electoralmente, que una imagen sectaria antisocialista. Y hasta ahora, una de las cosas más rentables para NaBai ha sido la imagen que supo transmitir, durante todas las negociaciones del frustrado tripartito, de fuerza contenida, civilizada, prudente, que no rompe el deseo de unidad de izquierdas ni de enviar a la derecha al lugar que le corresponde: la oposición.

Cierto que hay provocaciones que solamente benefician a los partidarios de recoger -como de la mesa del rico Epulón- las migajas de UPN. Pero hace mal NaBai en caer en ellas, como pasó con el lamentable episodio de las comisiones del Parlamento foral, donde escenificó lo que más le gustaría siempre al vaticanista periódico de nuestra local derecha. Una fotografía de espaldas de quien no sabe hablar ni estar; y que responde a unas señas vascas, nacionalistas y radicales. Para qué quieren más.

En esta vida, si media inteligencia, a cada provocación hay que saber responder con la debida proporción y serenidad.

Y no van a faltar dedos en el ojo contra NaBai. Ya hay toda una campaña para demostrar lo indemostrable: lo estupendo que es el gobierno de un UPN que ni siquiera consiente el legal aborto en la Comunidad foral. Salvo inteligentes excepciones, El País ha persistido en dibujar, por medio del ejemplo de Peridis (que no entiende ni jota de lo vasco ni lo navarro al empeñarse en rodearnos de piedras y tocarnos con txapelas), a Miguel Sanz vestido de cordero. Que Santa Lucía les conserve la vista... y las informaciones. Porque el de Corella tiene que ver tanto con el diálogo, la suavidad y la mano izquierda como con la cultura (general y particular, añado).

Ya el informativo del Canal 4 transmitió durante unos días de julio el dibujo de una tarta electoral en la que el PSN ocupaba el segundo lugar en votos en Navarra. El País ha dicho varias veces que la diferencia en Navarra entre izquierda y derecha es de un escaño. Y lo peor es que Rodríguez Zapatero (con toda seguridad crédulo de ese periódico) habló en su entrevista última de la misma diferencia parlamentaria de un voto en Navarra. Unos rarísimos porcentajes exhibidos por unos y otros rotativos madrileños, nunca dicen los miles de votos que separan izquierda y derecha en Navarra ni que son dos los parlamentarios de diferencia. Todo para tapar la ignominia de la distancia realmente existente entre unas y otras formaciones; todo para ocultar que no hay en estas tierras quien entienda que moralmente está mal una derecha en minoría en el perpetuo gobierno de Navarra.

También El País , con todo descaro, aseguró que la concentración de protesta ante el Parlamento foral el día de la designación de Sanz, era cosa mayoritaria de NaBai. Y lo dijo con una fotografía -aquí nos conocemos todos- en la noticia, donde las que sostenían la pancarta contra el fraude electoral eran -y son- destacadas y dignísimas militantes socialistas navarras.

Eso no es nada y ¿sabrá estar NaBai a la altura de lo que se le viene encima? No se trata de cerrar la boca o taparse los ojos, sino de informarse que desde el fracaso del tripartito han llovido los artículos de El País (Antonio Elorza, Gil Calvo, Andrés de Blas, no digamos José Bono y otros en esa onda), los editoriales de descarado apoyo a Miguel Sanz (Navarra sí que sí , de 17.8.08), con la insistencia consistente en afirmar que el mundo político español pertenece a los dos partidos políticos principales y los demás sobran.

Eso sí, ante la dimisión de Imaz ha habido quien se ha lamentado desde el PSOE de las dificultades del transversalismo, con un argumento bastante obtuso a mi juicio, pues no han movido un dedo a favor del pacto del PSN con NaBai e IU -e incluso lo han combatido- cuando era la prueba del algodón de lo propuesto por el burukide recién dimitido.

En cuanto al terrorismo propiamente dicho, la última misiva de ETA y su crítica a NaBai debería aconsejar un mínimo de cordura a todos los adversarios -que se sientan de izquierdas- del gobierno tripartito con el PSN e IU.

Entre los partidarios de lo conveniente que es que la derecha navarra esté en el sitial que indebidamente ocupa, figura destacado Patxo Unzueta (El País , 6.09.07). Compara al PSOE con el padre que ha sabido decir al hijo (PSN) que es mejor el regalo de un coche al terminar la carrera que el de una bicicleta al acabar el bachillerato. Con lo cual, dicho sea de paso, compara a los y las socialistas navarros con niños que quieren una bici o un pacto con NaBai.

Pero lo que Unzueta saluda es la corriente de fondo que cree ver en el PSOE con motivo de las próximas elecciones y más allá. Que él califica como Desmaragallización , con la costumbre españolísima e inelegante de hacer leña de un árbol caído llamado Maragall. Allí da por finiquitado el acuerdo con las minorías nacionalistas y, de paso, el pluralismo político que -Unzueta lo ignora- es un valor superior de la Constitución española.

Por cierto, ¿qué se hace en una democracia con las minorías? Porque no basta con lo que eligen las mayorías, es más, desde hace muchos años, en la teoría política occidental más avanzada, el lugar de las minorías, como le ocurre a NaBai en nuestra comunidad, es la piedra de toque para medir la calidad de una democracia.

De donde Patxo Unzueta viene a postular lo mismo que Miguel Sanz y algunos otros que le siguen: una Navarra sin vascos. Y que no se quede ahí, quiere Unzueta, ese veto de Ferraz a los navarros ; porque el electorado moderado, ese extraño ente en el nombre del cual habla Unzueta, lo que desea no son aberturas izquierdistas ni una política de alianzas con los nacionalistas, sino que el PSOE siga el camino de Felipe González, con sus mayorías absolutas y sin coaliciones .

No voy a tener la malauva de recordar a Unzueta a todos los sitios donde llevó la mayoría de Felipe González (dejémoslo que, ministro inclusive, a la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo por lo menos). No hay que picar ante semejantes demostraciones de insensatez. Pero hubiera hecho mejor Unzueta en cambiar el título de su artículo y, en lugar de arremeter contra Maragall, haber sostenido lo que verdaderamente piensa. Que desea fervientemente -como Bono y otros- que vuelva Felipe González.

Ahí es nada. Me gustaría que Nabai se informase bien de los vientos que soplan más allá del Ebro, donde se cuece la información general y audiovisual, y no diera ningún pie a ninguna crítica de las que gustan al PP-UPN y sus leales servidores. Lo que no quiere decir callarse, sino responder sin arrogancia, con mesura y con la proporcionalidad que exige ser la segunda fuerza parlamentaria foral.

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José Ignacio Lacasta-Zabalza

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