Recientemente la Junta de portavoces del Parlamento Foral ha presentado una declaración institucional instando a la  propia Cámara a derogar la actual Ley de Símbolos que rige la Comunidad Foral. Una ley hecha con un único motivo, la confrontación identitaria entre navarros y navarras. Eso sí, vestida de las habituales esencias del regionalismo a las que incomprensiblemente, o no tanto, se les unió el PSOE en Navarra. Un PSOE que por cierto celebró recientemente y con alborozo la derogación de una ley parecida en las Islas Baleares a la que contribuyeron a caer con sus propios votos. Ver el vídeo de Francina Armengol, presidenta de las Islas Baleares y secretaria general del PSIB-PSOE, donde baila alegremente con varios compañeros después de tumbar tan reaccionaria ley me dejó totalmente sorprendido. Y en ese sentido oír al Conseller de Presidencia, también socialista, que la ley era una “norma contra la libertad ideológica y la libertad de expresión” es toda una sorpresa para lo que estamos acostumbrados aquí en Navarra. Espero que con estos precedentes el PSN ayude a derogar una ley que enfrenta y, recordando tiempos pasados en los que colgaban la Ikurriña en su sede de Pamplona, acepte que dicha bandera representa a una minoría ciudadana muy importante en nuestra tierra y que tienen derecho a verla izada en los ayuntamientos que así lo quieran.

Como es habitual en este tema el regionalismo ha vuelto a sacar su discurso esencialista basándose casi siempre en los ya tradicionales mantras de imposición, bandera ajena a Navarra, queréis cambiar la bandera roja por la Ikurriña, etc… Mantras, y totum revolutum que nada tienen que ver con imposiciones y sí con respetar la diversidad de Navarra. Las tripas son malas consejeras para este tipo de debates, y por eso quiero racionalizarlo realizando dos preguntas. 

¿Se debe permitir poner la Ikurriña en los ayuntamientos que quieran hacerlo?

En mi opinión sí, y es que cuando se pretende cambiar la Ley de Símbolos de lo que se trata es de admitir la pluralidad de esta tierra permitiendo izar la Ikurriña en el ayuntamiento que voluntariamente haya querido. Con esto nadie está cuestionando quién ostenta la mayoría social en Navarra, ni tratando de imponer nada, pero aunque los que pensamos diferente somos minoría también estamos en las Instituciones (que son de todos), y somos una parte importante de la sociedad. Sería positivo que nuestro símbolo ondeara junto con el resto de banderas oficiales en aquellas localidades donde el pueblo de turno sí quiera que esté. Y lo sería porque para mí las leyes son normas de convivencia que pueden tener ese fin o bien pueden actuar como algo que tensione a la sociedad. Legislar para que una minoría se vea continuamente relegada en su simbología no me parece que sea ir en favor de la convivencia. Es evidente, que en aquellos municipios donde una bandera no se sienta como propia, no se va a imponer nada en absoluto. Nada de nada, que quede claro.

Se puede argumentar contra esto que si ponemos la Ikurriña, ¿por qué no poner la de cualquier otra minoría que haya en Navarra?, y podemos reducir al absurdo ese discurso hasta comparar con querer poner la bandera de los Iron Maiden si hay algunos que lo quieran. Bien, ante esto yo contesto con que debe de ser por lo menos una minoría cualificada. ¿Dónde ponemos el límite a esa minoría? La respuesta podría ser larga, y el debate interesante pero yo entiendo que un bloque social que tiene, a día de hoy, 17 parlamentarios de 50 en el Parlamento Foral supera con creces cualquier mínimo que se quiera establecer.

Finalmente, la Ikurriña no es una bandera ajena a Navarra por la simple razón que prácticamente una tercera parte de su población, tan navarra como cualquier otra, la sienten como propia.

¿Debe la Ikurriña sustituir a la actual como bandera oficial de Navarra?

Rotundamente no, pero es que nadie ha propuesto sustituir una por otra. La bandera oficial de Navarra, hecha entre otros por el jeltzale Arturo Campión, es la que es, y es la que actualmente representa a todos los navarros y navarras. ¿Que dicha bandera puede cambiar su diseño? Pues por supuesto que sí, y la prueba está en que a lo largo de la historia de Navarra su bandera ha sido interpretada con corona, sin corona, con carbunclo, con bandas de oro, pomelado, con cadenas, etc.

Mi conclusión sobre este viejuno debate es que es muy oportuno para aquellos que vivían muy cómodos en sus trincheras identitarias porque lógicamente aquí nadie va a renunciar a su identidad, y sus símbolos por mucho que estén prohibidos. Pero es nuestra responsabilidad elegir qué tipo de sociedad queremos; una que esté continuamente enfrentada, o una que acepta con naturalidad su propia diversidad. Mi sensación es que la propia sociedad navarra va muy por delante en esta artificial guerra de banderas y que ya solo resta elevar a la categoría política de normal, lo que a nivel de calle es plenamente normal.

El autor: José Antonio Beloqui es burukide de EAJ-PNV Nafarroa y concejal por Geroa Bai en Huarte.