Sala de Prensa

05/12/2017

Autogobierno y revolución digital

Vivimos en los comienzos de una nueva revolución que sin duda alguna cambiará la forma de entender la sociedad tal y como hace dos siglos ocurrió con la Revolución Industrial. No te pierdas el artículo publicado en Noticias de Navarra por nuestro burukide Josean Beloki.

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Autogobierno y revolución digital

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En aquella ocasión supuso una transformación a todos los niveles en el que se pasó de un sistema agrícola a otro industrial con las consecuencias positivas y negativas que todo proceso como ese lleva aparejado. El sistema político también sufrió una profunda evolución con la caída del Antiguo Régimen. Se dejó de lado al rey como fuente de poder para ser sustituido por la soberanía popular que alumbraron los Estados-nación que hoy conocemos.

La nueva revolución está modificando todos los aspectos de nuestra vida y forma de interactuar con nuestro entorno. En un plazo relativamente corto de tiempo nuestros puestos de trabajo se verán afectados llegando al punto de desaparecer sectores enteros por considerarse obsoletos. De la misma forma que durante la Revolución Industrial la agricultura perdió gran parte de su necesidad de mano de obra, ocurrirá igual con sectores que ahora mismo son estratégicos y fundamentales para la economía de cualquier sociedad industrial. Este proceso de digitalización afectará por igual al sector público y privado, y supondrá un reto de primera magnitud para los gobiernos que tengan la misión de pilotar políticamente esta nueva era en la que ya estamos metidos.

La propia globalización y la certeza de que vivimos en sociedades con una amplia pluralidad identitaria hará que tarde o temprano el concepto clásico de Estado-nación deje paso a otra forma de organización política que a día de hoy es muy difícil de atisbar que forma tomará. Podemos aventurar la importancia que van a ir ganando las megarregiones y en el caso europeo, las eurorregiones, que sin duda obligarán a modificar tratados internacionales o constituciones propias. En ese sentido, la presencia de Navarra en la Eurorregión junto con la Comunidad Autónoma Vasca, y Aquitania garantiza que esta vez la ciudadanía navarra tenga menos posibilidades de perder el tren que en ocasiones anteriores. La voluntad del actual Gobierno foral de mantenerse presente en los foros europeos donde se corta el bacalao como el Ecofin asegura la presencia de nuestra comunidad en centros tractores de innovación y cuyas sinergias económicas serán fundamentales en los tiempos que han de venir.

Aunque resulte muy complejo discernir el escenario político a medio y largo plazo, desde un punto de vista social sí que podemos intuir cuales podrán ser las características de esa nueva sociedad a la que vamos. Horizontalidad, igualdad, justicia social, y libertad individual con cada persona como centro de una inmensa red interconectada tienen muchas papeletas para ser pilares básicos. Las organizaciones políticas corren el riesgo de ser pasadas por encima si no son capaces de adaptarse, y para ellos deberán dejar atrás esquemas de funcionamiento que poco a poco, pero de manera inexorable, serán superados por la realidad.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el autogobierno? ¿Tenemos ejemplos en nuestra historia que nos pueden servir como referencia para poder adaptarnos? Sí, nuestra foralidad entendida como la capacidad constituyente de la sociedad navarra para crear un corpus legislativo propio y acorde a su realidad. Es decir, el tradicional concepto de construcción social de abajo hacia arriba, del batzarre a las Cortes, con la capacidad de acordar con su entorno acuerdos bilaterales.

Por desgracia, este modelo se enterró tras una derrota militar en 1839 impidiendo su natural evolución dando paso desde entonces a dos formas de entender la foralidad. Una que buscaba esa recuperación constituyente y que fue mayoritaria en la ciudadanía navarra hasta 1932, y la otra que desde 1932 hasta la actualidad ha sido la preponderante y hegemónica dando la falsa sensación de ser la única visión foral. Una concepción que de manera muy resumida supuso renunciar a la capacidad constituyente del Navarra a cambio de seguir manteniendo el control económico del territorio. Visión cuya característica principal es entender el autogobierno como una manera de pagar menos impuestos, estigmatizando con ello algo que en ningún país de nuestro entorno europeo cuestiona;la tributación como garante de unos servicios públicos de calidad. En ese sentido el Estado español está a la cola europea en presión fiscal calando en determinados sectores una forma de entender la fiscalidad cuyo espíritu se concentra en una frase tan repetida como funesta;“no se puede entender que tengamos autogobierno financiero para pagar más impuestos”. Frase, como he dicho, nefasta y que con las vacas flacas de la crisis económica ha dejado en la cuneta social a miles de navarros y navarras cuyas consecuencias se están revirtiendo poco a poco por las políticas impulsadas por el cuatripartito. Esta visión reduccionista de foralidad dio a luz a nuestra norma autonómica, la Lorafna, que 35 años después, sigue sin cumplirse destacando dos competencias no transferidas, tráfico, y gestión económica de la Seguridad Social.

Esta última es básica en la defensa de nuestro Estado del bienestar, máxime cuando hemos visto cómo se ha vaciado la hucha gracias al Gobierno del Partido Popular. Por eso es vital seguir manteniendo nuestra capacidad de recaudar impuestos, y por tanto tener una de las estructuras fundamentales de un Estado, para poder seguir aplicando una política fiscal acorde a las necesidades de todos y todas. Como dato relevante debo apuntar que en la Unión Europea hay 27 Estados miembros y 31 Haciendas.
No podemos, por tanto, quitar un ápice de importancia a lo que ya tenemos y defenderlo a capa y espada y sin fisuras dentro del conjunto de nuestra sociedad. Porque en ello nos va nuestro futuro;con una población de 640.000 personas, si no mantenemos las herramientas que ahora mismo tenemos, corremos el riesgo que el proceso centralizador que está dejando en un páramo poblacional a toda la meseta española nos arrastre.

Aclarada la importancia del autogobierno, toca reflexionar cómo utilizamos esas herramientas para un mayor beneficio de todos y todas. Tal y como hemos señalado es muy posible que con los nuevos paradigmas sociales, la revolución digital deje obsoleta la forma de entender al Fuero como un instrumento para pagar menos impuestos y que conlleva la degradación de los servicios públicos. Y lo es porque la sociedad en general ya no admite unas desigualdades sociales que, éstas sí, la fracturan y no la existencia de dos idiomas propios o diferentes sentimientos identitarios. No puede haber desarrollo económico sin sensibilidad social, y viceversa. La economía al servicio de la sociedad, no al revés. Justicia social.

La mejor herramienta que tenemos para mantener y aumentar esa justicia social, dar cauce a la horizontalidad, solucionar el conflicto identitario, y mejorar nuestra posición en la Europa del siglo XXI es recuperar el Fuero como fuente de soberanía individual. Un Fuero que nos permita escenarios de cosoberanía en el que todos y todas podamos sentirnos cómodos. Un Fuero que construya una arquitectura jurídico-institucional pactada entre todos los navarros y navarras sin exclusiones, y que afronte sin complejos los retos que ya están ante nuestras puertas.

Estos son los ejes fundamentales que Geroa Bai ofrece a la sociedad navarra.

El autor es concejal en Uharte y geroabaikide.

Afiliate
Geroa Bai
Parlamento de Navarra