En la entrega del premio, el presidente de Irujo Etxea, ha destacado que “Lucia y Puy son parte de los rostros invisibles que sufrieron en sus carnes la barbaridad y sinrazón de una guerra que deshumanizó la vieja Europa. Exiliadas a un país extraño en busca de la libertad que les arrebató el fascismo, se encontraron con la cruda realidad de los campos de internamiento”.
“Es un galardón por recuperar la memoria histórica, la dignidad de todas las víctimas del fascismo y la guerra, para recordar y mantener vivo lo que aquí ocurrió no hace tanto tiempo y para mantener viva la memoria de las víctimas”.

Al emotivo acto han acudido autoridades y cargos públicos como Josu Erkoreka, Consejero de Gobernanza Pública y Autogobierno y Portavoz del Gobierno Vasco; Manu Ayerdi, vicepresidente de Desarrollo Económico del Gobierno de Navarra; María Solana, Portavoz y Consejera de Educación del Gobierno de Navarra; Unai Hualde, Vicepresidente primero del Parlamento de Navarra y Presidente del PNV en Navarra, Koldo Leoz, alcalde de Estella-Lizarra; Kepa Aldama, responsable del área de Economía e Innovación del EBB del PNV, Juan Mari Atutxa, Presidente de la Fundación Sabino Arana, la europarlamentaria Izaskun Bilbao, entre otros.  

“Una historia digna de recordar”

El Presidente de Irujo Etxea ha recordado que “el padre de las hermanas estellicas, fue Antonino Odria López, que desempeñó el oficio de decorador y pintor en la Ciudad del Ega, hasta que se desplazó a Bilbao por motivos laborales, para iniciar la carrera militar   en la que  obtuvo el grado de teniente. Cuando estalló el golpe militar del dictador Franco, Antonino, de ideología republicana, se alistó en el batallón Azaña, combatiendo en primera línea y resultando herido en tres ocasiones”.

Tras la caída de Bilbao, el 19 de junio de 1937, la familia  se desplazó a Karrantza, y se hospedó en casa del cura, y desde Santander embarcaron hacia Francia. Buscaban libertad y sin embargo les esperaba un cruel destino, ya que cuando las tropas franquistas tomaron Cataluña, su nuevo hogar serían “refugios de acogida y campos de internamiento, confinados en los campos de Argelès-sur-Mer, Gurs y Les Alliers donde esperaban ser repatriados”, ha explicado Viñuales. En 1939 la familia Odria se volvió a reagrupar en el campo de los Alliers cerca de Angulema. Las  condiciones del campo se endurecieron todavía más cuando el control del mismo pasó a mano de los alemanes.

El 20 de Agosto de 1940, 927 personas del campo fueron subidos a un tren  ignorando su destino. Era el primer convoy de civiles que partía hacia la Alemania nazi. Familias enteras fueron encerradas, como si de ganado se tratase, en unos vagones con escasa ventilación y tras cuatro días de un viaje penoso, cuando las puertas corredizas de los vagones  se abrieron pudieron ver con horror que el destino del viaje era Mauthausen.

Un tren repleto de dolor con mujeres y niños partió hacia la frontera franco-española. Los hermanos Odria acabaron en Estella-Lizarra en el centro de huérfanos de la Misericordia. Su padre, Antonino Odria López fue asesinado en la cámara de gas del Castillo de Harheim en septiembre de 1941.

Hoy, sus hijas Lucía y Puy Odria Larrión, han recogido el Premio Manuel Irujo en Estella-Lizarra, un premio que reconoce siempre “los valores humanistas” de manos de Koldo Viñuales, en un emotivo acto en la ciudad natal de su padre rodeadas de buenos amigos.