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2006/04/16


Recordando un Aberri Eguna

Diario de Noticias


Era el 26 de marzo de 1967 cuando tuvo lugar el Aberri Eguna que ahora glosamos. Los nacionalistas sentimos como un latigazo en las conciencias para anunciar el día grande de la Patria Vasca, desafiando la violencia de las fuerzas represoras del régimen franquista.
 
En 1932 la dirección del PNV, presidida por Luis de Arana Goiri, proclamó: "Siguiendo el ejemplo de los irlandeses, el Domingo de Pascua de Resurrección, día en que Irlanda se levantó contra los ingleses, gesto que caló muy hondo entre los vascos y se consideró como una buena fecha para celebrar nosotros la Fiesta Nacional".
 
En años sucesivos Aberri Eguna se conmemoró rotativamente en todas las capitales vascas, hasta que la fatídica sublevación militar fascista de 1936 partiría en dos la vida y la historia de nuestro pueblo. Vendrían después el exilio y la clandestinidad. En 1946 se decidió la celebración del Día de la Patria en el interior del país, desafiando el aparato represivo de la dictadura.
 
Dos años más tarde, José Antonio de Aguirre dijo: "El Aberri Eguna debe celebrarse en todas partes y que cada lugar se convierta en un foco de esperanza que contemple el país entero y que demuestre que Euzkadi se prepara para vivir por los caminos de la libertad y de la paz que son la raíz de su vida".
 
Se sucedieron las detenciones, las torturas en los cuartelillos de la Guardia Civil, en las comisarías, pero nada de esto fue obstáculo que impidiera la conmemoración del Domingo de Pascua de Resurrección en su sentido patriótico.
 
El 25 de marzo de 1967, Iruña se preparaba para celebrarlo, siendo la Plaza del Castillo el lugar elegido para ello. Era un día grande que Navarra no se había podido conmemorar desde 1935.
 
Aquel Aberri Eguna comenzó días previos, exteriorizándose con pintadas murales en ciudades y pueblos, recordando a las gentes su cita en Iruña. Todavía queda en muchos de nosotros el recuerdo de aquella convocatoria, desafiando los controles policiales que a veces se hacían insalvables. Pero no pudieron con el entusiasmo de los patriotas decididos a llegar a Iruña.
 
Se calcula en unas 30.000 las personas que acudieron de todas partes para celebrarlo, burlando a la Guardia Civil que masivamente cubría los accesos a la ciudad.
 
Iruña recibía con simpatía y cordialidad a los patriotas que iban llegando deshilvanadamente, pero en afluencia incontenible.
 
La prensa del régimen, domesticada, se permitió decir que los nacionalistas vascos reunidos en Pamplona no pasaban del millar. La realidad fue muy distinta como ya hemos dicho. La Plaza del Castillo era un hervidero de gente. En un momento determinado un estentóreo ¡Gora Euzkadi Askatuta! rasgó el aire, siendo respondido por el gora unánime de la muchedumbre. En ese momento jóvenes de EGI lanzaron al aire con tubos tipo mortero, numerosas ikurriñas que los patriotas saludaron con entusiasmo.
 
Aquello fue el detonante, que hizo entrar en acción a la llamada Policía Armada, que situada en lugares estratégicos, esperaba la señal para hacerlo. La actuación fue brutal, golpeando indiscriminadamente a los patriotas. Ni los niños ni las mujeres se libraron de las cargas, tanto en la Plaza del Castillo como en las calles y paseos adyacentes, produciéndose numerosos heridos y contusionados.
 
El periódico carlista El Pensamiento Navarro publicó al día siguiente: "Los guardias entraron en los bares repartiendo porrazos como aspas de molino sobre la gente que se había refugiado en estos locales. Una vez desalojados, se les obligó a cerrar sus puertas".
 
El mencionado periódico, con el estilo socarrón y aldeano que le caracterizaba, escribía también: "los nacionalistas corrían a talón-ipurdi", pero fue bastante menos, pues no faltaron los gestos de valentía para enfrentarse con los represores.
 
Fue tan violenta la actuación de las fuerzas policiales que el periódico citado se vio obligado a decir: "¿No se pudo reprimir lo que hubiera que reprimir con mayor serenidad con más cuidado en distinguir a los manifestantes de los paseantes?".
 
El Pensamiento Navarro tuvo que aceptar que faltó la serenidad en la actuación de la Policía, reconociendo implícitamente que su comportamiento fue brutal y carente de las más elementales reglas que deben regir en estos casos.
 
La agencia Cifra informaba desde Madrid: "Se practicaron unas 80 detenciones, de las que 20 pasaron a disposición gubernativa".
 
Hasta el 29 de marzo no publicó el gobernador civil, Ramiro Lago García, la nota siguiente: "Con motivo de los incidentes ocurridos en esta ciudad el pasado domingo día 26 del actual, originados por elementos separatistas vascos, se ha procedido a imponer sanciones gubernativas de 5.000 y 10.000 pesetas a 30 detenidos, con excepción de uno de ellos que pasó a disposición de la autoridad judicial correspondiente".
 
Como final de la jornada, en un hotel de la ciudad, tuvo lugar la reunión del EBB presidida por Juan Ajuriaguerra. Entre los que asistimos representando a Navarra podemos citar a Pello Ezkurdia, Joseba Krutxaga, Pello Turullols, Emilio Elorz, Alonso Ekai, García Falces, etcétera.
 
Sobre la mesa se colocó un pequeño mástil con la ikurriña que los camareros miraban con asombro no exento de temor. Mientras, en el interior del hotel se celebraba con euforia el éxito de aquel Aberri Eguna, en su exterior un considerable despliegue policial lo rodeó cerrando todas las salidas.
 
¿Sospechaban o sabían que allí había una importante reunión? Lo cierto es que no se decidieron a entrar como recelábamos que iba a suceder de un momento a otro. Probablemente, las autoridades franquistas temieron más el escándalo que se iba a producir y su repercusión más allá de las fronteras que el supuesto exito de la intervención policial.
 
Aquel Aberri Eguna fue un jalón importante para la historia del patriotismo vasco en Navarra.
 
Desde esa fecha han pasado casi 40 años y en ellos no se han omitido las divisiones y errores cometidos por generaciones anteriores. Así se ha hecho evidente que el camino no puede ser otro que la unión de todos los patriotas sin que ningún partido ni programa pretenda monopolizar en términos absolutos el derecho a ser libres en el sentido más amplio de la palabra. Aberri Eguna debe ser una unidad para que todos podamos afrontar y compartir el áspero camino de la liberación nacional, social y cultural de Euskalherria.

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Carlos Clavería

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