Prentsa Aretoa
2021/09/22
Un año más con las víctimas de la explotación sexual
Hoy, 23 de septiembre, conmemoramos el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños, instaurado por la Conferencia Mundial de la Coalición Contra el Tráfico de Personas en coordinación con la Conferencia de Mujeres que tuvo lugar en Dhaka, Bangladesh, en enero de 1999. Artículo publicado por nuestra Burukide Blanca Regúlez Álvarez en Diario de Noticias.
Como cada 23 de Septiembre, recordamos la necesidad de decir alto y claro: no a la explotación sexual y el tráfico de mujeres, niños y niñas. Se sabe que este negocio ilícito es la tercera actividad ilegal más lucrativa en el mundo, después de la venta de armas y el narcotráfico, con ingresos anuales de aproximadamente 32 mil millones de dólares, de los cuales el 85% provendría del comercio sexual. Aunque no hay cifras exactas, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que cerca de 1.250.000 niños/as se encuentran en una situación de trabajo forzoso debido a la trata.
Se estima que más del 25% de la trata mundial de personas son niños/as y adolescentes, hablamos del reclutamiento, traslado y venta de seres humanos dentro o fuera de las fronteras con fines de explotación laboral, sexual, o con fines de lucro mediante la adopción irregular, entre otros tantos destinos y sobre todo, la trata supone una profunda violación de los derechos humanos, de la dignidad y de la libertad de la persona
Conocer de cerca cifras reales de esta lacra es muy complicado, por un lado por lo ilegal y clandestino del “negocio” y, por otro lado, por la falta de información de algunos gobiernos y autoridades de zonas con elevados índices de explotación sexual o laboral.
Vivimos en un mundo que por desgracia vive en continuos conflictos, lo hemos visto (o estamos viendo) en Afganistán y antes en países como Siria o Libia, por poner sólo unos ejemplos. Hay miles de personas que huyen de la guerra y de las vulneraciones de derechos humanos. Es precisamente, en ese tránsito desesperado, donde las mafias de trata actúan impunemente con sus víctimas.
Para muchas de estas personas, este tránsito hacia un país “seguro” es el primer paso para disfrutar de la protección del asilo. Esto significa salir del propio, transitar entre fronteras militarizadas, sobrevivir a trámites discriminatorios o sobrevivir al desierto, al mar y a las alambradas. Hay organizaciones que como ACNUR o CEAR trabajan para evitar que las personas solicitantes de asilo, los refugiados y refugiadas, otras personas necesitadas de protección internacional, los desplazados internos y los apátridas se conviertan en víctimas de la trata, y atender las necesidades de protección y asistencia de las víctimas.
También buscan garantizar que las posibles necesidades internacionales de protección de las víctimas de la trata se identifiquen correctamente y que se les otorguen los derechos necesarios.
ACNUR trabaja en estrecha colaboración con varias organizaciones, entre ellas la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), para lograr estos objetivos, así como para desarrollar iniciativas globales conjuntas para abordar el tráfico y la trata de personas en general.
En el contexto del tráfico de personas, sabemos gracias a las denuncias de las ONGs que las normas de género desiguales y la violencia sexual y de género pueden crear circunstancias que pueden dar lugar a la trata de personas. Las víctimas, en su mayoría mujeres según datos de 2018, el 72% de las víctimas detectadas en todo el mundo son del género femenino siendo el 49% de los casos mujeres adultas y 23% niñas, pero sin olvidar que hay niños víctimas, están expuestas a muchos tipos de violencia sexual durante su experiencia de trata, independientemente del tipo de explotación que sufran. Afecta a las víctimas del trabajo forzoso, la mendicidad forzada y la servidumbre doméstica, así como a las víctimas de la explotación sexual comercial y el matrimonio forzado.
En nuestra casa, en Navarra, se han dado pasos en los últimos años, un ejemplo es la Ley Foral 3/2018, de 19 de abril, para la modificación de la Ley Foral 12/2015, de 10 de abril, para actuar contra la violencia hacia las mujeres. En este sentido, en el preámbulo se indica que “el tráfico de mujeres y menores con fines de explotación sexual es una de las mayores violaciones de derechos humanos, una forma de esclavitud moderna y una de las caras más amargas de la violencia contra las mujeres. Para su erradicación se debe contemplar la trata desde un enfoque global, considerándola como una violencia extrema con una más que evidente relación con la prostitución, ya que es ésta el principal objetivo del tráfico de mujeres”.
Por otro lado, también sabemos que el Ministerio de Igualdad ha iniciado sus trabajos para la elaboración de una Ley Integral Contra la Trata, en la que se dé respuesta a este fenómeno de la trata desde los diferentes ámbitos que hay que abordarla, desde el penal, el social, la protección, la prevención y recuperación de las víctimas entre otros e incorporando las normativas internacionales al respecto.
En nuestra sociedad, la prostitución implica el mayor número de casos de trata, junto a la explotación laboral. Comprometiendo gravemente los derechos humanos. Las instituciones en Navarra y el Estado han tomado medidas, ahora toca reforzarlas y sobre todo, proteger a las víctimas. Víctimas que sufren muchos estigmas, no sólo el de ser traficadas o víctimas de trata, en muchos casos la pobreza, la guerra o la discriminación por género o identidad sexual, están detrás. Esta semana, una vez más, tocaba recordarlas y recordarles.
Blanca Regúlez Álvarez, parlamentaria foral de Geroa Bai y Burukide de EAJ-PNV Nafarroa
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